Le estaba mirando, de eso estaba segura. Llevaba haciéndolo desde el primer instante, notaba sus ojos firmemente clavados en su escote. De vez en cuando la mirada recorría su figura, del pecho a la cadera. No necesitaba mirarse para reconocer a la perfección hacia dónde enfocaba la mirada del pervertido.
Estaba petrificada. No podía sino contar para sí los pisos que faltaban para llegar a su destino. 12… 13… 14… Aún faltaban unos 10, y él no paraba de mirarla. Tenía una barba desarreglada, de estas que la gente se deja para darse un aspecto desenfadado. Y un maletín. A saber qué llevaba en ese maletín. A saber qué le haría con las cosas que llevaba en ese maletín.
20… El hombre carraspeó, e hizo ademán de moverse para decirle algo. Ella se paralizó todavía más. Presumía de ser emprendedora, de no amilanarse nunca. Presumía de que le daba igual no tener ni cinco minutos para disfrutar de su desayuno, que todo lo que importaba era que su vida laboral era perfecta. Y ahora no era capaz ni de darle al botón de emergencia. Si no se hubiera puesto de espaldas al espejo, podría controlar sus movimientos…
¡Ding! 25
-Yogur- le dijo el hombre, mientras ella salía con paso apurado.
-¿Perdón?
-Yogur. Tienes yogur en la ropa.
Se miró en el espejo del ascensor, sin dar crédito a lo que veía. Una gran mancha de su apurado desayuno de la mañana le recorría desde el pecho hasta la cadera.
[Benditos talleres de escritura del Multiverso!]
2 comentarios:
xD
¡¡Muy bueno!! =)
Es que las mujeres sois unas malpensás... :P
que buen blog... si gustas puedes visitar el mio:
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