-¿Puedo darte un consejo? - los ojos de Rebeca brillaban.
-Claro...
-No soy buena para ti. Soy una mentirosa, soy frívola, soy todo lo que no buscas en una mujer. Represento aquella libertad de espíritu que nunca tendrás. Soy una fuerza imparable, soy fuego, y soy hielo. Soy la irresponsabilidad, la detractora de la sensatez. Soy mala. Si tuvieras un ápice de sentido común, harías caso a mi consejo, que es este: Nunca te enamores. Nunca te enamores de mí.
-Es muy cruel por tu parte reaparecer en mi vida de esta forma y decirme eso después de acostarte conmigo.
-Sí, se me olvidaba, me temo... Has dado en el clavo. También soy cruel.