martes, 30 de junio de 2009

Wolf-Parkinson-White

"Han hurgado en nuestro cuerpo, pero nunca podrán hurgar en nuestra alma"
[Antonio Vázquez (mi tío) dixit]


Escuchaba unos pitidos que anunciaban lo que vendría a continuación. Mi corazón latía, con fuerza, inducido por lo que los médicos decidían. Sus palabras tranquilizadoras eran lo único capaz de convencerme de que no se saldría de mi pecho. Estaba consciente, escuchando todo lo que me iban diciendo, sintiendo todas las diversas fases de la operación. No es agradable sentir una taquicardia, pero cada minuto que el órgano latía a quién sabe cuánto por hora era un minuto que me acercaba al feliz final.

La segunda parte no fue tan llevadera. Notaba un leve dolor producido por los catéteres que circulaban por mi cuerpo. Y de pronto, el calor. Pensaba que hacía calor debajo de la sábana verde de textura plasticosa, pero no era ni una leve aproximación al ardor que sentí por todo el pecho cuando se produjo la ablación de la vía. Era soportable, por supuesto, pero nada agradable. La anestesia sólo hacía efecto en la zona de las piernas en la que me habían inyectado todo lo necesario. Debía notar el calor.

Antes de lo esperado, todo terminó. Y terminó cumpliendo las expectativas de éxito.

Ahora toca reposar y pasear.

Bye, bye, Wolf-Parkinson-White!

miércoles, 24 de junio de 2009

The Song Remains the Same

Tengo una lista de canciones que me gustaría que me dedicaran. No las obvias, las que toda persona que me conozca sabría que me harían ilusión. Canciones que por una razón u otra, no considero que a nadie se le fuese a ocurrir dedicármelas nunca.




Obviamente, no puedo poner aquí esta lista, porque entonces se perdería el encanto si algún día alguien acierta.



PD: La canción que da título a esta entrada no es una de ellas. Aunque me encante :P

lunes, 8 de junio de 2009

Contaminación lumínica

Encaminábamos nuestros pasos hacia un bar. Podía notar unas ligeras gotas depositándose en mi rostro. El ambiente auguraba lluvia, habitual ya en los primeros días del mes que contiene el inicio del verano.

Santiago no es una ciudad grande. De hecho no lo es en absoluto. La polución, la contaminación atomosférica, sin quitarle gravedad, ojo, no son aquí problemas tan serios como pueden ser en ciudades mucho más grandes y pobladas. Pero aún así, hay zonas afectadas por la contaminación lumínica, zonas donde por mucho que uno se esfuerce, el cielo compacto no ofrece señal alguna de lo plagado de luces que está. Por una de esas zonas caminaba yo.

Alcé la vista y algo dentro de mí se sobrecogió. Sobre nuestras cabezas se alzaba una preciosa, blanca y redonda luna llena. A su alrededor las nubes aumentaban la sensación de misticismo, dándole si cabe más belleza. La luna brillaba, delineándose perfectamente en el cielo nocturno. Se la señalé a mi amiga, que hablaba por teléfono. Me sonrió y siguió hablando.

Extasiada, continué mirando al blanco satélite.

Pero a mi alrededor, nadie parecía darse cuenta de la presencia de la luna. Busqué con la mirada algún rostro cómplice, a alguna persona que también estuviese mirando hacia arriba, dejando de preocuparse unos instantes por todo lo que sucede en la tierra. Me parecía imposible ser capaz de no mirarla. La luna estaba tan cercana, tan grande, tan hermosa...

Nadie alzó la cabeza. Poco después, las nubes se la habían tragado, dejando ya al mundo sin la oportunidad de admirarla.

Y es por eso, pensé, por lo que la contaminación lumínica no es considerada un problema de forma generalizada. Porque, por desgracia, la gente en las ciudades prefiere mirar al suelo en vez de mirar al cielo.

domingo, 7 de junio de 2009

Mi heroína

Increíble.


Fuerte. Impresionante. Directa. Sincera. Admirable.


Determinación. Inspiración. Persistencia. Sueños. Logros.


Es mi heroína.


Y la quiero. Vaya si la quiero.