martes, 30 de junio de 2009

Wolf-Parkinson-White

"Han hurgado en nuestro cuerpo, pero nunca podrán hurgar en nuestra alma"
[Antonio Vázquez (mi tío) dixit]


Escuchaba unos pitidos que anunciaban lo que vendría a continuación. Mi corazón latía, con fuerza, inducido por lo que los médicos decidían. Sus palabras tranquilizadoras eran lo único capaz de convencerme de que no se saldría de mi pecho. Estaba consciente, escuchando todo lo que me iban diciendo, sintiendo todas las diversas fases de la operación. No es agradable sentir una taquicardia, pero cada minuto que el órgano latía a quién sabe cuánto por hora era un minuto que me acercaba al feliz final.

La segunda parte no fue tan llevadera. Notaba un leve dolor producido por los catéteres que circulaban por mi cuerpo. Y de pronto, el calor. Pensaba que hacía calor debajo de la sábana verde de textura plasticosa, pero no era ni una leve aproximación al ardor que sentí por todo el pecho cuando se produjo la ablación de la vía. Era soportable, por supuesto, pero nada agradable. La anestesia sólo hacía efecto en la zona de las piernas en la que me habían inyectado todo lo necesario. Debía notar el calor.

Antes de lo esperado, todo terminó. Y terminó cumpliendo las expectativas de éxito.

Ahora toca reposar y pasear.

Bye, bye, Wolf-Parkinson-White!

5 comentarios:

Galliard dijo...

Me alegra que ya todo ha pasado, ahora te llevare a pasear para reponerte 100% :O

Anónimo dijo...

A veces el dolor de la anestesia es peor que el otro. Me alegra seguir leyéndola en perfecto estado de salud.

Sabio tío, por cierto.

Nullien dijo...

Mil gracias! :3

Anónimo dijo...

Hola
Por casualidad he llegado a tu blog, no se quien eres pero algo nos une, a principios de este mes me realizaron una ablación por un WPW, cuando he leido como describias la intervención no me lo podía creer, lo has expresado casi de la misma manera en la que yo cuento a mis amigos y familiares como sucdió todo, como me sentía cuando me inducíana las taquicardias, yo pensaba que debía ser algo parecido a la antesala de un infarto, muy desagradable aunque como tu bien dices soportable, en el momento de la ablación yo también sentí mi pecho arder, creo que nunca olvidaré esa sensación, aunque por suerte ya le podemos decir adiós al dichoso síndrome de preexcitación.

Saludos y salud!!!

Nullien dijo...

Muchas gracias por tu comentario :) Me alegra haber sido capaz de describirlo bien, no sabía si se captaba todo correctamente :D

Lo mejor de todo es que ahora ya estamos sanísimos! :P

Salud para ti también! :)