jueves, 22 de enero de 2009

El teatro de la vida

Y se apagaron las luces.

Y con la oscuridad llegaron las emociones. Esa sensación de nerviosismo que precede a toda obra. Y te imaginas lo que están pensando ellos. El momento de salir a escena es, sin duda, uno de los mejores. El corazón amenaza con salirse de tu pecho, apenas te sale la voz. Tienes ganas de saltar, tienes ganas de bailar, tienes ganas de comerte el escenario.


Y sales a escena. Las palabras que tanto has ensayado vienen a ti como por arte de magia. Pensabas que no te acordarías ni de la primera palabra. Seguramente también pensaste que tenías la corazonada de que toda la obra se estropearía por culpa tuya. Pero no es así, las palabras salen, y vas viendo como todo empieza a ir sobre ruedas.


Y empieza la obra, en serio. Entrar por este sitio, salir por este otro, decir las frases, sentarte unos minutos en esta silla, cambiar de sitio, volver a salir de escena, volver a entrar... Sentir, vivir, actuar... pero actuar viviendo lo que actúas. Ya no eres tú, ahora eres tu personaje.


Recuerdo a la Doutora. Recuerdo a Pecado. Recuerdo a Obdulia. Recuerdo a Miranda. Recuerdo a Lisístrata. Recuerdo a Pancracia.

Con Obdulia descubrí el verdadero teatro. Creo que fue el primer papel en el que realmente me metí. La evolución que el teatro hizo en mí comenzaba a dar sus frutos. La niña retraída que fui comenzaba a coger confianza. Y disfruté de ese papel como una enana. Además, tuvimos la suerte de poder representar esa obra en el Teatro Principal. Una gozada :)

Miranda era genial. Sencillamente genial. Esa obra fue una de las más divertidas que hice. En ella teníamos coreografías geniales. Otra cosa que también añoro: esos bailes... :D

Pero sin duda mi papel favorito fue el de Lisístrata. El poderío, la personalidad, las frases, ¡el palo! Realmente me sentía poderosa haciendo de ella. Me sentía fuerte. Me sentía capaz de todo.



Y es que esa es otra de las cosas buenas que tiene el teatro. Creo que pocas cosas se pueden vivir tanto como esto. Creo que pocas cosas pueden despertar en ti tantísimas emociones. Todas esas obras de teatro vivirán siempre en nosotros. De vez en cuando volveremos la vista atrás y diremos: "¿Recuerdas...?".



Y se cierra el telón. Pero la obra no termina. Nunca termina.


[10/04/08]

4 comentarios:

Nucky dijo...

Ahora ya no creo en el teatro estudiantil, lo siento, me has hecho perder la fe :p

Anónimo dijo...

Desconozco el mundo del teatro, aunque sí tengo experiencias encima de un escenario. Sin embargo, en mi caso, salir, mirar a la gente y sentarme frente al piano es una tortura que repito cada año dos veces. Y la repito porque al final termina gustándome, pese a lo mal que lo paso: terminas de tocar, te tranquilizas y te gustaría que te dejasen volver a repetirlo, esta vez disfrutando lo que haces. Es una pena que en mi caso se dé al final, cuando ya nada puedo hacer. Y es maravilloso que se pueda subir al escenario y empezar a disfrutar en ese instante: tiene(s) suerte.

Nullien dijo...

Nadie dijo que fuera buena actriz, Nucky XDDDD



S.Dedalus, espero que puedas vivir esa sensación la próxima vez =) Aunque lo cierto es que es posible que yo también lo esté recordando mejor de lo que fue, el factor del nerviosismo siempre está ahí...

Gracias por comentar ^^

Nucky dijo...

xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Nadie dijo que??